martes, 27 de noviembre de 2012

Optimismo, buenas costumbres y hábitos.

Es médicamente sabido, que los sentimientos negativos pueden ser dañinos para la salud. Publicado en el número de Abril del 2012 del Psychological Bulletin, la Faculta de Salud Pública de la Universidad de Harvard presenta un estudio  dirigido por Julia Bohem, donde tras repasar numerosos estudios (más de 200) llegaron a la conclusión de que el Optimismo y la satisfacción vital acompañado de conductas saludables puede reducir hasta en un 50% el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular independientemente de factores como la edad, estatus socioeconómico, Tabaquismo o peso corporal.

Así mismo un mes después se publicaba en la revista Aging otro estudio derivado del Proyecto de Genes de la Longevidad del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York en el que queda declaraban que el optimismo y la sonrisa pueden conferir longevidad.

Según The Economist, la gente es más feliz con la edad, pasada la fase de lucha por establecerse en la sociedad y solventados los económicos recobramos el control de nuestras vidas, la marcha de los hijos de casa es otro factor a tener en cuenta, la grafica podría describirse en “U” siendo la parte más infeliz la mitad de nuestra vida donde tenemos la mayoría de presión e incertidumbre.

La Carga anímica de la soledad produce cambios en el cuerpo que imita el proceso de envejecimiento en ciertos aspectos incrementando el riesgo a padecer enfermedades cardiacas según la investigación realizada por varias Universidades estadounidenses.

Así bien, un estudio de la Universidad de Yale (EEUU) publicado en la revista Nature Medicine parece demostrar que cuando se producen alteraciones emocionales (estrés, depresión..) un interruptor genético, conocido como factor de transcripción GATA1, bloquea la producción de genes involucrados en las conexiones cerebrales, lo que podría contribuir a la disminución de la masa del cerebro en la corteza prefrontal.

Igualmente existe un vínculo entre la cantidad de amigos que una persona tiene y el tamaño de su corteza preefrontal orbital, una región del cerebro ubicada encima de los ojos. Los individuos bien integrados socialmente tiene más materia neural en esa zona, por lo cual se puede decir que tenemos un cerebro “social”, vamos, que se ha adaptado a vivir en grupo.

Un experimento realizado en el Centro interdisciplinario para la Ciencia de Decisiones en Duke, Carolina del Norte (EEUU), encabezado por Scott Huettel ha demostrado que nuestro cerebro utiliza reglas diferentes en un contexto social y en uno que no lo es, aunque realice la misma actividad.

Por otro lado, la Universidad de Adelaida (Australia) presenta un controvertido estudio llevado a cabo a 7000 niños observando sus hábitos alimentarios a los 6, 15 meses y 2 años por la profesora Lisa Smithers, por el cual una buena alimentación aporta los nutrientes necesarios para el desarrollo de los tejidos del cerebro e los dos primeros años de vida. Por lo que los menores que tomen comida poco saludable en este mismo periodo tendrán más dificultades para alcanzar un determinado coeficiente intelectual.

La Capacidad para funcionar con eficacia  en todos los terrenos (personal, profesional..), puede verse afectada de forma positiva o negativa en función a nuestros pensamientos y tendencias ya que nosotros mismos creamos nuestra propia realidad, la cual nace de creencias normalmente subconscientes, que suelen ser el resultado de una programación interiorizada que tiene una gran influencia en nuestro comportamiento. Las Creencias configuran nuestra percepción del mundo y de nosotros mismo, y de esa percepción deriva el  comportamiento. Para cambiarlo, la manera de hacerlo radica en revisar dichas creencias subconsciente e irlas cambiando conscientemente.

Vamos que la llave de la felicidad, como predican muchas de las antiguas filosofías está en nuestro interior, saber conocernos a nosotros y nuestro entorno para poder sacar lo mejor de cada momento, nutrirnos bien y ejercitarnos alejándonos de los condicionamientos materiales que la sociedad nos impone. Lo difícil, como siempre, no es saberlo, es aplicarlo de manera efectiva al nuestro día a día.

Para saber más:

http://www.consumer.es/web/es/salud/psicologia/2012/10/26/213837.php

http://ecoplanetaverde.com/?p=5029

http://alimentacion-salud.euroresidentes.com/2012/08/alimentacion-de-los-ninos-y-cociente.html



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